timidez

Autoestima Alta vs Baja

Timidez tardía – versus -Temprana

Segunda parte

Autoestima

Las fuentes de la autoestima

Desde que somos niños la vida nos bombardea con experiencias de las que sacamos una impresión “buena” o “mala” de nosotros mismos. Cuando nos ofrecen atención, ternura y muchos mimos, lo interpretamos como información positiva. Debemos de haber sido buenos porque estamos consiguiendo hermosos resultados. Pero cuando alguien nos grita “estúpido” o “vago” lo percibimos como una crítica y nos preguntamos qué tendremos de malo.

En nuestros primeros años los padres tiene una influencia enorme en la manera como sentimos respeto de nosotros mismos. Sabemos, por ejemplo, que los padres que se autoestiman tienden a criar hijos que también se valoran positivamente ; así, los padres que se autosubestiman o tienen autoestima baja, suelen criar hijos a su imagen y semejanza, esto es, que no se quieren a sí mismos. Los padres que ignoran a sus hijos son lo que más daño hacen, al minarles la sana autovaloración. Por desgracia, hasta un padre que desaprueba abiertamente las actitudes de sus hijos hace más por la autovaloración de los chicos que un padre o madre indeferente; las expresiones de desaprobación demuestran a los hijos su interés por ellos. La crítica y el castigo constantes no colaboran con la autoestimación, pero la falta total de disciplina les dice a los chicos que no merecen el tiempo ni el esfuerzo de sus padres.

Cuando crecemos y entramos en la escuela, nuestros maestros y otras autoridades tienen papeles cada vez más importantes para la formación del autoconcepto. El aula se convierte en otro lugar para la autoestimación y…la timidez o retraimiento. Cuando nos va bien en la escuela nos sentimos bien con nosotros mismos y con nuestra capacidad. (Sin embargo, las tempranas experiencias familiares hacen que algunos niños les resulte difícil admitir sus propios éxitos). También marca la diferencia el tipo de refuerzo que recibamos. Un padre o un maestro que nos estimula para que mejoremos y recompensa nuestros esfuerzos, ayuda al niño a recorrer el camino hacia la alta autoestima. Las exigencias de perfección sólo sirven para corroer nuestra sensación del propio valor y mina el amor propio.

Autoestima en la adolescencia

La prueba de fuego de la autoestimación llega con la adolescencia. De repente comienza la metamorfosis en nuestros cuerpos y resulta excitante, deseada y temible. A medida que nuestros cuerpos cambian, encontramos nuevas oportunidades para entrar en el mundo de los adultos de distintas maneras, no todas agradables y, en parte, seguimos siendo niños.

Los padres y los maestros se muestran reticentes a tratarnos como individuos en proceso de maduración. Parece que ahora todos nos observan y juzgan.

La inseguridad de la adolescencia puede producir los primeros sentimientos de apocamiento o aumentar la timidez que ya tememos. La escuela secundaria puede resultar muy dura. Estamos convencidos de que ser aceptados por los compañeros lo es todo, como lo manifiestan las personas tímidas. Comentarios como: “cuando estaba en secundaria lo pasé mal, tratando de hacer amistades. Cuando trataba de hablar con la gente, me ponía muy nerviosa porque temía que no me considerasen a su altura”. “me estaba continuamente juzgando negativamente”.

¿Por qué parece que todos los demás emergen de la adolescencia convertidos en jóvenes adultos seguros de sí mismos mientras que el tímido sigue siendo tan apocado como cuando entró en la adolescencia?. Pueden haberse producido acontecimientos en la vida que acrecentaron los sentimientos de timidez.

En breve abordaremos los acontecimientos significativos que contribuyen a generar timidez así cómo aprender a autoestimar el cuerpo con algunos ejercicios muy sencillos pero realizados con constancia pueden ofrecer buenos resultados.

Continuará…

Virginia Barba

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