Hablando con mi mente
Vivimos sin vivir en nosotros. Abocados a las exigencias externas. Cubiertos y a veces sepultados por la tecnología…así buscamos sentirnos bien. Llenarnos, no sabemos de qué, en muchas ocasiones. De este modo va pasando la vida a toda velocidad sin pararse a sentir.
Os propongo una vuelta a las sensaciones que producen hacer actividades con las manos, aquello que antaño hacíamos y dejamos de hacer unas veces, por las prisas del día y otras por considerar a las manualidades «cosas de niños».
Independientemente de los múltiples beneficios psicológicos que aportan estas actividades en el adulto como estimulación cerebral, potenciando y protegiendo la memoria disminuyendo con ello el riesgo de deterioro mental.
Por otro lado, con las manualidades podemos disminuir el estrés, en diferentes sentidos: ayuda a detener el curso del pensamiento y así desconectar un tiempo de los problemas. Puede ser también un modo de aumentar la concentración y alcanzar estados semejantes a minduflness_ sabemos que colorear mandalas, ayuda a mantenernos en el presente, alcanzando a la vez la sensación de relajación y bienestar_.
Solo el hecho de plantearse la manualidad en cuestión como un «reto» ante el que esforzarse y poder superarse para poder conseguir el objetivo marcado, incrementa la autoestima aumentando a la vez la autoconfianza.
Incluso puede ser una estupenda manera de compartir tiempo de calidad con los hijos, siendo una alternativa de ocio muy saludable.
Entonces, encuentra un tiempo para sentir las diferentes sensaciones que produce hacer con las manos la actividad que elijas.
Si te gusta la jardinería, invita a tu mente a saborear el contacto con la tierra. Pídele que te permita sentir. Que se una a tus manos y juntas realizar el proceso para ir almacenando en tu conciencia satisfacción. Al cuidar tu jardín estás cuidando de ti. Mente y manos unidas procurando bienestar. Nota si puedes como se amplía el espacio de tu conciencia alejando «las malas hierbas mentales» dando paso a cierto orden y a una mayor claridad mental.
Si lo que se te daba bien, era hacer «galletas de la abuela». ¡Vamos! encuentra la receta y conviértelo en un ritual. Sintiendo las sensaciones que produce cada paso de la elaboración. Amasa sabiendo que estás amasando. Saborea cada momento del proceso como si fuera la primera vez que lo realizas. Mente y manos unidas procurando satisfacción y bienestar. Quizá puedas invitar a merendar a aquella amiga querida con la que hace tiempo que no compartes…ofrécele tus galletas. Echar unas risas… Ayudará a estrechar lazos.
¿Era dibujar, coser, pintar, tejer, ganchillear, diseñar, decorar, escribir lo que te hacía sentir feliz? ¡Adelante! no lo demores más.
Es una bonita manera de invertir en tu salud emocional. ¿Te parece?