La meditación vista desde la Neurociencia
Durante las últimas décadas, occidente se ha interesado fuertemente por la cultura oriental y sus costumbres. Como no podía ser de otra manera, gran parte del interés se ha centrado en el yoga. A pesar de lo que se pueda pensar coloquialmente, el yoga es mucho más que la “simple” realización de movimientos armónicos. Y es definido como:
“Disciplina tradicional física y mental que se originó en la India. La palabra se asocia con prácticas de meditación en el hinduismo, el budismo y el jainismo.”
¿Sirve realmente la meditación, o es “un cuento chino”? ¿Qué evidencias científicas hay? ¿Qué capacidades se ven mejoradas y cómo se estudian dichas mejoras?
Tipos de meditación
De forma un poco general, pero didáctica para entender un poco los tipos de meditación, podemos distinguir entre:
- Meditación basada en la concentración:Caracterizada por dirigir la atención a un determinado elemento u objeto (una vela encendida, un sonido uniforme, un jarrón…)
- Meditación de conciencia plena o Mindfulness:Centrada en observar desde una posición distanciada los pensamientos y sentimientos que aparecen de forma espontánea, intentando así, no valorarlos.
En ambos casos, se está ejercitando la capacidad de atención, la diferencia estriba en el objeto atendido. De este modo, la persona que lo práctica se sitúa en el aquí y en el ahora, aceptando con serenidad lo que ocurre en su interior.
Así pues, los dos componentes principales son:
La autorregulación, ya que el sujeto debe mantener y redirigir (en el caso de que se desvíe) la atención al objeto atendido. Además de tener que evitar valorar los sentimientos y emociones que le puedan asaltar, limitándose simplemente a contemplarlos, sin evaluarlos.
La orientación hacia la experiencia, es decir, el meditador debe estar abierto, predispuesto y tener curiosidad, por los procesos mentales que van surgiendo dentro de sí mismo. También se debe predisponer una tolerancia frente a las emociones negativas evitando las reacciones inmediatas que estas deben suscitar.
En definitiva, el resultado que se busca es la capacidad de contemplación libre de prejuicios, evitando así caer en los trajines cotidianos y la emisión de juicios precipitados sobre uno mismo y sobre el mundo, consiguiendo ampliar la visión hacia todo lo que nos envuelve.
Experimentos con el test de parpadeo de la atención
En el 1992, un grupo de investigadores encabezados por la psicóloga Jane E. Raymundde la Universidad de Bangor, pretendían investigar si la meditación favorecía la capacidad de atención visual. Para comprobar esta hipótesis, crearon el interesante test del parpadeo de la atención. El proceso llevado a cabo durante el test consiste básicamente en:
Al sujeto se le muestra en el medio de una pantalla, una sucesión muy rápida de letras, una tras otra. En algunos momentos, dentro de dicha sucesión aparecen de uno en uno, dos números, entre los que también pueden aparecer otras letras. Previamente al sujeto se le ha pedido que intente captar los números que pueden aparecer. Por ejemplo: o-p-q-r-2-g-v-4-y-h-j. Pero lo más importante es que, cuando la distancia en segundos entre los dos números no supera el medio segundo, la mayoría de sujetos que realizan la prueba, no son capaces de ver el segundo número de la lista.
Cuando se repitió el experimento con sujetos que habían recibido durante un largo periodo de tiempo instrucción en meditación (3 o 4 meses, 10-12 horas diarias) estos, eran capaces de reconocer el segundo número la mayoría de veces.
También se han realizado otros estudios investigando como influye la edad junto con la meditación en la capacidad visual. Uno de estos estudios fue el dirigido por la psicóloga Sara van Leeuwen, de la Universidad de Goethe, junto con algunos científicos del instituto Max Planck. Los resultados que se obtuvieron fueron:
- Como era de esperar, comparando a un grupo de jóvenes (media de edad = 24 años) con un grupo más mayor (media de edad = 50), los jóvenes obtuvieron mejores resultados.
- Pero después se comparó dos grupos parecidos a los anteriores (24 y 49 años respectivamente), con la diferencia de que el grupo de 49 años estaba compuesto por meditadores experimentados. En este caso el grupo de 49 años, consiguió igualar o incluso mejorar los resultados del grupo de 24 años.
Explicación Neurológica del parpadeo atencional
Posteriormente se ha analizado, mediante el estudio de las ondas electroencefálicas (obtenidas obviamente con un Electroencefalograma o EEG), qué ocurre en nuestro cerebro durante este efecto llamado “parpadeo atencional”.
Monje budista meditando haciendo uso de un electroencefalograma.
Cuando la primera cifra aparece en la pantalla, el electroencefalograma registra las curvas que manifiestan que el cerebro está reaccionando. Pero en el caso de las personas que practican la meditación, estas curvas son menores, y se estabilizan más rápidamente que en las personas que no la practican (grupo control). Esto se traduce en que, el grupo de meditadores recupera el nivel de atención inicial (previo a la aparición del primer número) mucho antes que el grupo control, y por tanto, está capacitado para focalizar la atención de nuevo, percibiendo así el segundo número.
El cerebro en reposo
La actividad cerebral en reposo, es aquella que surge de forma espontánea, en segundo plano cuando no nos hayamos concentrados en ninguna tarea. Durante este proceso (estudiado especialmente por el neurólogo Marcus Raichle, de la Universidad de Washigton) una compleja red de regiones, y especialmente la corteza prefrontal y el giro cingulado, comienzan a consumir una gran cantidad de oxígeno.
¿Por qué que hace esto nuestro cerebro?
Pues bien, nuestro cerebro lleva a cabo estos incesantes ejercicios mentales (repasar acontecimientos, imaginar posibles escenas futuras…) para prepararnos para el futuro; pero son justamente este tipo de cavilaciones, las que la meditación intenta disminuir, para poder vivir más en el presente temporal y espacial.
Experimentalmente, se ha comprobado que la práctica de la meditación posibilita la reducción de la actividad cerebral durante el estado de reposo, especialmente en la corteza prefrontal y el giro cingulado.
La empatía en los meditadores
Se sabe por numerosos estudios, que la ínsula juega un papel fundamental a la hora de reconocer los propios sentimientos y a su vez, como se sabe desde hace poco, este aspecto mejora con la práctica de la meditación a largo plazo. Asimismo, la capacidad de reconocer los propios sentimientos es clave para la capacidad de empatizar con los demás.
Estudios realizados por Antoine Lutz y colaboradores, en la Universidad de Wisconsin-Madison, demostraron mediante la comparación de dos grupos (uno de meditadores experimentados y otro de no-experimentados), que cuanto más experimentados eran los meditadores la ínsula se activaba con más intensidad, una intensidad mucho mayor al segundo grupo, de no-experimentados.
Para realizar este experimento, a los sujetos se les hacía escuchar sonidos (la risa de un bebe, los llantos de otra persona…) mientras permanecían tumbados en un tomógrafo encargado de registrar la actividad cerebral. Los resultados de este experimento apoyan la hipótesis inicial de que los meditadores expertos, tienen una mayor capacidad de empatía, aunque se deban continuar haciendo investigaciones al respecto.
¿Cómo se pueden entender, de forma general, los procesos que permiten que la meditación, a través de un estado de concentración y control del pensamiento, consiga estos cambios neurológicos en las personas practicantes?
La respuesta es sencilla: Plasticidad cerebral2. Entender la respuesta, no tanto.
Básicamente, la plasticidad cerebral se basa en que, mediante el uso, y en especial el uso intenso, de determinados circuitos neuronales, estos quedan reforzados, facilitando su activación futura. Esto se debe a que mediante el uso prolongado de cualquier “camino” neuronal, se crean nuevas conexiones neuronales a la vez que se refuerzan las ya existentes.
De una forma aún más simple se puede explicar cómo: La capacidad que tiene el cerebro, para “mejorar” los “caminos” neuronales que normalmente se activan.
De este modo, cuando una persona se encuentra en estado de meditación, por ejemplo concentrándose en analizar sus sentimientos sin entrar a evaluarlos, es decir, evitando darles una carga emocional, facilita que posteriormente, en la vida cotidiana, la persona sea capaz de entender sus emociones, y actuar de forma más consciente y menos impulsiva.
Posted by DanielTejedorPardo