Meditar es silenciar la mente para ver con claridad (V. Simón).
Según esta cita, la meditación sería un estado de conciencia, una forma de ser y estar en el mundo.
Para aproximarnos a su entendimiento, podríamos empezar distinguiendo tres estados de consciencia:
- Estado de sueño. Dirigido por la mente inconsciente
- Estado de vigilia. Dirigido por la mente y sus contenidos. Nos identificamos con los movimientos mentales y emocionales.
- Estado de meditación. Es un estado de no separación, de conexión. La consciencia se desapega de los contenidos mentales y los trasciende. Dirigido por la consciencia testigo. Meditar sería descansar en la pura consciencia de SER.
Condiciones que favorecen la práctica meditativa
Igual que para favorecer el sueño se pueden crear unas determinadas condiciones, la práctica meditativa trata de poner las condiciones para favorecer el ingreso en un nuevo estado de conciencia. Por ejemplo, ciertas prácticas de concentración que promueven aquietamiento mental.
Podríamos considerar varias claves de la práctica meditativa:
- La atención. Educamos la atención para que pueda surgir la meditación. Un primer paso es la práctica de la atención sostenida o concentración, que produce unos efectos de calma y otros beneficios. Cuando la atención está poco cultivada se produce la dispersión. Lo opuesto a la atención es la cavilación o rumiación, que es la mente arrastrada por bucles repetitivos de pensamiento-emoción.
- Capacidad de aceptación. La práctica nos va alineando con el presente, con una actitud abierta, sin juicios. Lo contrario es la tendencia a la resistencia, a rechazar lo que es, lo que nos incomoda o duele. Aceptar es un proceso del que emerge la paz, el consuelo.
- Capacidad de observar la propia mente. Al observar los contenidos mentales, pensamientos, emociones,.. que aparecen se aprende a poner distancia. Al ser consciente de ellos, me hago más libre. Lo opuesto es ser esclavo de los propios pensamientos, ser arrastrado por las emociones. Para superar ciertos automatismos necesito tomar consciencia primero.
- Acogida de uno mismo. Es el aspecto afectivo de la práctica, en oposición a la autocrítica, el autorreproche, la culpa que nos produce el sufrimiento. Se trata de potenciar la armonía psicológica, de aceptarse como uno es desde la humildad, con su verdad completa. Es importante cuidar este aspecto psicológico para que no sabotee la práctica de interiorizar.
- Vivir la bondad hacia los demás. Lo contrario es el narcisismo. El narcisista es incapaz de amar a otros, pues es incapaz de amarse y por eso no se expande. Es esencial el cultivo de la bondad. Crecer en consciencia es crecer en bondad y al revés. La bondad en las relaciones sería el test definitivo del camino espiritual.
- Anclarse en la conciencia que somos. Vamos abriéndonos a la consciencia testigo u observador, conectándonos con esa identidad unificadora. Lo opuesto es seguir identificándose con el yo individual y separado, tendencia de la mente egoica.
Mente es lo que tenemos, consciencia es lo que somos.
Para profundizar, lectura: «Otro modo de ver, otro modo de vivir» (Enrique Martínez Lozano)