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Algunos mitos sobre las emociones

Dado que apenas tuvimos educación emocional, podemos decir que, en general,  somos analfabetos emocionales. Todos recibimos un condicionamiento social en mayor o menor medida. Hay una serie de mensajes culturales o creencias falsas que limitan nuestra capacidad de acción y expresión emocional. Vamos a resumirlos e ir desmontándolos uno por uno.

  1. Llorar es signo de debilidad.  Culturalmente se ha asociado el llanto con “cosa de niñas”. Es una manera de abrirse y mostrar dolor. Está asociado a la tristeza, pero también puede deberse a ira, frustración e incluso alegría. Los varones que expresan su llanto, tras tiempo de reprimir sentimientos, consiguen un alivio importante.
  2. Las mujeres son más sensibles que los hombres. Hay influencias educativas a la hora de expresar las emociones, pero se puede decir que ambos sexos sienten de forma parecida.
  3. Controlar las emociones significa reprimirlas. Significa que las emociones no nos desbordan. Manejar una emoción significa reconocerla,  observar los cambios que produce en mí, y expresarla de la forma más adecuada, respetando mis  derechos y los de los otros.
  4. Algunas emociones son inútiles. En un principio tienen un valor adaptativo y facilitan información a nosotros y a los demás. Se pueden convertir en insanas y generan un trastorno emocional  (se pasan de rosca) cuando las manejamos mal.
  5. El afecto es necesario principalmente para los niños y los ancianos. Pero el resto de personas también lo necesitan. Es una necesidad humana la relación emocional. Hay personas que se sienten incómodas por mostrar o recibir afecto como si fuera una ñoñería. La madurez conlleva espontaneidad en los afectos.
  6. Expresar la emoción hace que desaparezca. Este es el mito de la catarsis, muy difundido por el psicoanálisis. Aunque expresar lo sentido puede aliviar su intensidad, no es curativo por si solo. Aquello que provocó la emoción volverá a provocarlo a menos que haya un cambio en nosotros o una emoción de signo contrario.
  7. Las emociones no son buenas consejeras, la razón sí. Esta idea proviene del mito de la oposición entre mente y sentimientos. Hoy la investigación demuestra la estrecha relación entre razón y emoción. La mejor estrategia es unir razón a emoción.
  8. Ser feliz es una utopía, la vida está llena de desgracias. La felicidad no es como el final de los cuentos, un estado permanente de bienestar. La realidad está llena de situaciones que pueden perturbarnos, y se trata de asumirlas y afrontarlas de modo adecuado
  9. Las emociones que no se desarrollan en la infancia ya no lo hacen en la adultez. Aunque las experiencias del pasado influyen, no son determinantes. Tenemos capacidad de aprender y desarrollar habilidades de adultos. La naturaleza humana es más plástica de lo que creemos, aunque algunos se empeñen en no cambiar (“yo es que soy así”)
  10.  Las personas inteligentes destacan por su razón, no por su emoción. Hoy día se habla de facetas de la inteligencia, por ejemplo de inteligencia matemática, o verbal, espacial, etc. y de una inteligencia emocional  que es la que usan las personas que son hábiles en lo referente al mundo de los afectos

Para saber más: Corazones inteligentes, Ed. Kairós

Virginia Barba/Servicio de psicología

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