Primera parte…
Integrando cuerpo y mente
Algunos de los frutos de la meditación de la atención plena (o mindfulness) son la estabilidad y claridad mental, que van igualmente asociados al Yoga físico. Sin embargo cuando duele la espalda, se tiene la digestión pesada o los nervios están excitados, es difícil estabilizar la mente. De la misma manera, cuando la mente está agitada, somnolienta o llena de rabia, se refleja en una mandíbula tensa, hombros caídos, o en un opresivo nudo en el estómago. El cuerpo y la mente necesitan trabajar juntos, armonizar su energía vital para facilitar una mente serena.
Mucha gente se resiste al yoga porque siente rigidez corporal, suelen culpar a su estado físico (estoy muy gordo, muy viejo, muy débil, etc.) de las resistencias que ponen de antemano. Todos esos obstáculos necesitan ser observados, reconocidos, comenzando por aceptar el propio cuerpo y su situación, y a partir de ahí ir experimentando, asentándonos en las posturas con actitud abierta.
A menudo evitamos observarnos: quizá tememos que no nos guste lo que encontremos. Mindfulness (atención plena) aporta una manera de mirarse amable y amistosa. La práctica nos enseña a reconocer cuando la mente y el cuerpo están desconectados, y a conectarlos de nuevo para desarrollar una relación más armoniosa con nosotros mismos y con el mundo. Como este proceso implica descubrir capas de pensamientos, emociones y patrones repetitivos, es importante tomar una actitud abierta y libre de juicios hacia lo que encontremos.
Esa misma actitud se puede extender en una sesión de yoga, al poner presencia sin añadir estrés. Asistir a una sesión de yoga sería un acto de amabilidad hacia uno mismo. Pero quizá cometemos el error de buscar un estado idealizado de la mente, o queremos lograr un cuerpo flexible con una actitud de exigencia. Proponemos empezar con lo que hay: trabajar con los pensamientos y emociones según aparecen, aceptando la situación como es; por eso se habla de hacer amistad con uno mismo. Gradualmente llevamos la atención a la respiración, nos anclamos en ella una y otra vez. Esta práctica va creando de forma natural más concentración y claridad.
Cualquiera que sea nuestro estado corporal, cualquiera que sea el estado mental, lo podemos observar con el corazón abierto -aceptación y compasión- y con curiosidad.
Dado que tanto la práctica del yoga como la de mindfulness tratan de integrar cuerpo y mente, ambas disciplinas se complementan felizmente. La combinación movimiento-quietud y el énfasis en una atención amable hacen del yoga físico una práctica importante en un programa de mindfulness.
Continuará…