Recordatorios para meditar con emociones
8 RECORDATORIOS des a Yadaw U Tejaniya a tener presentes durante la meditación.
- Cuando investigas emociones, es importante que te recuerdes que son fenómenos naturales. No son ‘tus’ emociones: todo el mundo las experimenta.
- Todos los pensamientos con los que te identifiques van a ‘avivar’ las emociones.
- Cuando la emoción que experimentas es muy intensa, quizás no puedas mirar a los pensamientos que la acompañan sin que la emoción crezca aún más. En ese caso, normalmente lo mejor es primero ser concientes y observar las sensaciones, agradables y desagradables, que acompañan a la emoción.
- Si mirar las sensaciones te resulta abrumador o agobiante, puedes dirigir tu atención a un objeto neutro o agradable, como tu respiración o el sonido. Hacer esto es una forma hábil de distraer a la mente y de que detenga, o reduzca, el pensar. ‘Tú’ ya no estarás tan involucrada en la ‘trama’ y por lo tanto la emoción se aquietará.
- Cuando una emoción intensa se aquieta, serás capaz de mirar a lo que notas, los pensamientos y las sensaciones corporales. Cuanto mejor comprendas cómo se interrelacionan estas cosas, más hábil y efectivamente gestionarás cualquier tipo de emoción.
- No te olvides de revisar tu actitud: comprueba si realmente aceptas una emoción o le opones resistencia.
- Toda resistencia inadvertida y toda identificación inadvertida con la emoción, la alimentará y la hará crecer.
- Recuerda que las emociones no tienen que irse, en absoluto. Nuestro objetivo es conocer cómo sentimos las emociones, saber qué pensamos cuando hay emociones, y comprender su naturaleza y el comportamiento de la mente.
MEDITACIÓN (PEMA CHODRON)
Pon tu alarma para dentro de 20 minutos. Durante los primeros minutos, siéntate y conecta con tu respiración: nota el aire entrar y salir y busca la sensación de espaciosidad de tu respiración.
Cuando parezca que han pasado unos cinco minutos, deja surgir una memoria que acarree una emoción fuerte. Quizás una emoción fuerte más inmediata ya ha salido a la superficie. En ese caso, trabaja con la primera emoción fuerte que aparezca. Quizás no es negativa, quizás sea alegría.
Primero: ¿cómo percibes esa emoción? ¿Cómo es su sensación? Encuentra su textura y color. Nota dónde se localiza en tu cuerpo. ¿Es intensa? ¿Es leve? ¿Está en tu pecho o en tu estómago? Estás buscando una respuesta sentida. Es como decir “¿Cómo es un dolor de muelas?” No tienes que describírtelo en palabras, pero quieres conocer esa sensación.
Si surgen pensamientos y te distraen, sólo date cuenta de ellos y vuelve a la experiencia, a encontrar la sensación o percepción.
¿Cómo sientes esa emoción tras unos minutos? Se dice que todas las experiencias surgen y se apagan. ¿Es esa tu experiencia? Los pensamientos pueden hacer que la energía de las emociones se congele o permanezca durante mucho tiempo. Si dejamos estar los pensamientos, la energía puede moverse. ¿Es esa tu experiencia?
Si te describes tu percepción de la emoción con una palabra, ¿cómo te hace sentir esa palabra? Quizás es “agradable,” “desagradable,” “doloroso,” “apretado,” “hormigueo,” “tenso.”
Inspira y expira. Notándolo. Experimentándolo. Descansando en la experiencia.
Si experimentas una emoción intensa, quizás quieras respirar más hondo para que te ayude una sensación de espacio, apertura, simpatía. Si no sientes nada, sólo un estado neutro en blanco, nota cómo se percibe, cómo se experimenta esa in-sensibilidad. Si sientes resistencia a este ejercicio, experimenta eso. Ya sea aburrimiento, resistencia, agobio, dolor, placer o sopor, intenta llegar a la experiencia preguntándote: ¿Qué es esto? No buscas una respuesta verbal, buscas una experiencia: ¿Qué es esto?
Cuando suene la alarma, es probable que la emoción, o aquello que hayas experimentado durante la meditación, persista. Pero Chödron apunta que puede haber surgido también una sensación de más espacio alrededor de esa emoción. “Quizás nos sintamos menos asfixiados por la emoción,” comenta. Y como todo ejercicio de meditación, el cojín, la silla o la banqueta son el campo de entrenamiento, pero luego la partida es en la vida cotidiana. ¿Podemos llevar ese espacio con nosotros? ¿Intentar recordar y recuperar esta perspectiva meditativa cuando nos agarre una emoción fuerte, quizás recurrente? No se trata de dejar de sentir nada por la fuerza, sino de, quizás, estar algo más estables cuando aparezca.
Lectura inspiradora: Vivir bien con el dolor y la enfermedad. (Vidyamala Burch)