¿Mind Full or Mindful?
Mindfulness es prestar atención de forma deliberada, a propósito del presente y sin juzgar. “Estar atentos” significa: tomar conciencia, del presente (no del pasado o futuro) y con aceptación (sin apego o rechazo).
Mindfulness aplicado a tareas cotidianas (como cepillarse los dientes, ducharse, bajar la basura, caminar, cocinar, comer, fregar los platos etc.) lo que se denomina técnicas informales de Mindfulness o Atención Plena.
Actitud y compromiso en la práctica Mindfulness
«Vivir con Plenitud las crisis» (J.Kabat-Zinn). Editorial Kairós
El cultivo del poder sanador de Mindfulness requiere mucho más que seguir de forma mecánica una receta o un manual de instrucciones. Ningún proceso de aprendizaje se asemeja a éste. Sólo cuando la mente se encuentra abierta y receptiva puede producirse el aprendizaje, la visión y el cambio. Al practicar Mindfulness tendremos que incorporar al proceso todo nuestro ser; no basta con adoptar una postura meditativa y ponernos a pensar en que algo ocurrirá, ni poner un audio y creer que éste va a «hacer algo».
La actitud con que emprendemos la práctica de prestar atención y de estar en el presente es crucial. Constituye la tierra en donde cultivaremos nuestra capacidad de calmar nuestra mente y relajar nuestro cuerpo, de concentrarnos y de ver con más claridad. Si esa tierra pobre, es decir, si nos forzamos a sentirnos relajados y a pedirnos que «algo ocurra», se volverá totalmente yerma, con lo que llegaremos a la rápida conclusión de que «la meditación no funciona».
Cultivar la conciencia meditativa requiere una forma completamente nueva de contemplar el proceso de aprendizaje. Es un error intentar controlar las cosas para que sean de nuestro agrado, que sean de la forma que queremos. Esto iría en contra del trabajo de la conciencia y de la sanación. La conciencia requiere solamente que prestemos atención a las cosas y que las veamos tal como son. No requiere que cambiemos nada. La sanación necesita receptividad al tiempo que aceptación, una sintonización con la vinculación y la integridad. Nada de ello puede forzarse, del mismo modo que tampoco podemos forzarnos a dormir. Tenemos que crear las condiciones adecuadas para poder conciliar el sueño y dejarlo ir. Lo mismo ocurre con la meditación. No puede conseguirse a fuerza de voluntad. este tipo de esfuerzo producirá solamente tensión y frustración.
Si nos acercamos al proceso de meditación pensando:<esto no va a funcionar, pero lo haré de todas formas>, lo más probable es que no sirva de mucho. La próxima vez que sintamos dolor, nos diremos < ¿lo ves? > Sabía que no se me iba a ir el dolor>, lo que confirmará nuestras sospechas de que no iba a funcionar, y lo dejaremos.
Si nos acercamos como «auténticos creyentes», seguros de que éste es el camino que debemos tomar, de que la meditación es «la respuesta», lo más probable es que también salgamos decepcionados. En cuanto nos demos cuenta de que somos la misma persona y que este trabajo requiere esfuerzo y firmeza y no solamente una fe romántica en el valor de la meditación o de la relajación, veremos que contamos con mucho menos entusiasmo que al principio.
Por tanto, la actitud que aportemos a la práctica de mindfulness será sumamente determinante del valor que tenga a largo plazo para nosotros, siendo esa precisamente la razón por la que cultivar determinadas actitudes, teniendo conciencia de ello, puede servir de gran ayuda para lograr el máximo del proceso de meditación. Estas actitudes nos recordarán en cada momento, en primer lugar, por qué practicamos. El mantener en la mente determinadas actitudes forma, de hecho, parte del propio entrenamiento; una manera de dirigir y canalizar nuestras energías para que puedan actuar con mayor eficacia en el trabajo del crecimiento y la sanación.
Existen siete factores relacionados con la actitud que constituyen los principales soportes de la práctica de la atención. Se trata de:
- No juzgar
- paciencia
- Mente de principiante
- Confianza
- No afanarse
- Aceptación
- Ceder o dejar ir
Estas actitudes deben ser cultivadas con conciencia al practicar. No son independientes unas de otros. Cada una de ellas influye y se basa en el grado en que seamos capaces de cultivar otras. Trabajar con una de ellas nos llevará con toda rapidez a hacerlo con las demás. Dado que, juntas, constituyen la base sobre la que podremos edificar nosotros mismos una sólida práctica de la meditación.